Mitigamos las consecuencias negativas del cambio climático con respecto al acceso al agua. Para ello, protegemos los ecosistemas que influyen en la disponibilidad del agua, no solo a nivel local, sino también global.
Los árboles evaporan agua, por lo que las selvas tropicales trasfieren una enorme cantidad de agua al aire, que luego cae en otros lugares en forma de lluvia. La deforestación provoca una desecación local del suelo y altera el ciclo del agua en otros lugares. La desaparición de un trozo de selva en el Congo, por ejemplo, puede hacer que en el oeste de África llueva menos.
Los ecosistemas como los pantanos también influyen en el ciclo del agua y el clima. Enfrían el entorno, proporcionan espacio de inundación y retienen una enorme cantidad de gases de efecto invernadero. Si drenamos estos ecosistemas ricos en agua, también liberamos estos gases de efecto invernadero.
¿Qué hacemos?
- Protección de las selvas tropicales y el páramo andino (un ecosistema considerado como una esponja natural) fomentando la agricultura sostenible y las fuentes de ingresos alternativas;
- Adaptación al cambio climático con ayuda de la naturaleza: los manglares, humedales y pantanos protegen a las comunidades de las inundaciones;
- Reverdecimiento de ciudades, para enfriar mejor las ciudades y que el agua pueda infiltrarse en el suelo;
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